miércoles, 17 de agosto de 2016
jueves, 31 de marzo de 2016
viernes, 10 de julio de 2015
DEL PEDIDO POR OFICIO A LA POLÍTICA PÚBLICA. LA MOVILIDAD EN LA AV. ILALO
La pertenencia de vivir en este sector
rural, junto a la montaña Ilaló, alimenta una visión de desarrollo con
diferencias en la forma de concebirla y por supuesto en la forma de
gestionarla, desde la urbanidad.
María Augusta Calle vive más de 32 años
en El Tingo, cerca del Ilaló. Y su convivencia con este sector rural,
comunitario, familiar, de un ambiente de permanente apego a los vecinos y
vecinas, cotidianidad que cautiva cualquier espíritu que gusta de vivir
en armonía. Pero este espíritu, este sentir, no comulga con la obra
pública, con la misma gestión pública; es por ello que María Augusta
comparte sus criterios sobre la importancia de fortalecer la Política
Pública desde esta ruralidad.
Pero ¿Qué es una Política Pública? Para
entender este concepto de un lenguaje tecnocrático, tal vez no
familiarizado con la dinámica de la gestión local, del oficio, del
pedido a la autoridad, de la Asamblea participativa; una política
pública es una respuesta que el ESTADO puede dar la una demanda social
en forma de normas, instituciones, prestaciones, bienes o servicios
públicos. Y bueno, ¿quién nomas comprende el ESTADO? El Estado está
distribuido en sus formas seccionales, territoriales como los Gobiernos
Autónomos Descentralizados: Central o Nacional, Provincial, Cantonal y
Parroquial. Cada uno con competencias propias, complementarias y
delegadas.
Esto nos introduce en la conversación
sobre la Movilidad en la Ruralidad, en la Av. Ilaló específicamente con
María Augusta Calle que hoy es Asambleísta Provincial en representación
de la Ruralidad de Pichincha y de Quito. Pero hablemos de movilidad a
manera de política pública en nuestro entorno Parroquial – Alangasí, La
Meced, Guangopolo – y hablemos no solo de la Avenida Ilalo como tal,
como carretera; hablemos integralmente de quiénes circulan diariamente
por ella.
“Nunca hubo un acompañamiento de la
autoridades… un interés por mantener la ruralidad como concepto”
manifiesta, al indicarnos que desde la infraestructura pública –
alcantarillado, carreteras, espacio público – no se logra mantener una
armonía con esta arquitectura rural que poco a poco ha ido mutando por
un “desarrollo urbanístico”, no urbano nos aclara. Este concepto
“moderno” que se incrustó en la gestión pública, nos aleja de un
horizonte anhelado; sin embargo de que, en la gestión comunitaria esta
percepción – de lo rural – sigue presente. Y esta “espina” nos lleva hoy
a retomar una Política Pública para la movilidad en nuestro territorio
rural, alrededor del Ilaló.
Esta visión que fuera concebida años
atrás (Agosto 2013) en una iniciativa de los Gobiernos Parroquiales
(Alangasi, La Merced y Guangopolo) convocada a participar de la
Mancomunidad Ilaló, y del diseño del PLAN DE MOVILIDAD RURAL
INTELIGENTE. Que sujeta en dicho Plan la articulación entre la Obra
Pública y la Gestión Pública. No solo es el arreglo de la carpeta
asfáltica de la avenida principal y columna vertebral de estas
parroquias, como lo es la Av. Ilalo; va más allá, ampliación de
frecuencias de transporte público, infraestructura vial para los
peatones, para los ciclistas, señalización, mejor infraestructura
fluvial, vinculada además a todo un concepto de desarrollo rural.
Bien podríamos, entonces compartir esta
pregunta motivadora ¿Qué es el buen vivir? Ponernos de acuerdo entre las
autoridades locales – Prefectura, Municipio, Juntas parroquiales –
desde sus competencias, complementarias entre ellas, para que se pueda
concretar este Plan a manera de Política Pública con el acompañamiento
de la comunidad organizada, y empujando todos – públicos, privados y
comunitarios- esta propuesta de desarrollo, desde la “carretera” que nos
une a todos.
miércoles, 1 de julio de 2015
!UNA FOTO! DON CARLITOS
Cuando bautizamos a la hija de un amigo,
en la Iglesia de Alangasí, no nos habíamos percatado de llevar una
cámara fotográfica que eternice esos gratos momentos. Concentrados en
las palabras y la lección que nos tomaba el Sacerdote en el Altar,
escuché el clik! de una cámara fotográfica. Era Don Carlos Teófilo
Morales Morales, que acababa de llegar a la cobertura de algunos
compromisos sociales, testigo silencioso de acontecimientos familiares;
es decir: fotógrafo, por más de 40 años. De cuantos bautizos no se
acordará, a cuantas parejas no vería casarse, cuántos niños, jóvenes y
ahora adultos no pasarían por el lente de Foto Canon.Su nombre
comercial.
– Don Carlitos! Tomaráme una foto vera. Con el padrino!
Ya le solicitaba una madre de familia
esperando su turno para la foto. Don Carlitos como le conocemos, cumplió
70 años en el mes de septiembre 2014. Desde muy joven despertó su
interés por unos aparatos que montaban en los parques – recuerda cuando
era niño – la gente se aglutinaba, se interesaban por saber que hacían; y
por supuesto se maravillaban con el resultado. Hace años una fotografía
era una joya en la familia… ahora, esperen un momento, me llegó una
foto por whatsapp!
La fotografía es un arte, es la mejor
aliada de la historia. De nuestras historias familiares. Y nuestro
personaje entrevistado es el culpable de ello, ¡apostemos!, que en
nuestro álbum fotográfico familiar tenemos por lo menos una foto tomada
por Don Carlos Morales, y al ratificar esta hipótesis, nos haremos esta
tesis: como pasan los años.
Pero no solo de la fotografía se vive – antes era buena la fotografía,cuando
la modernidad no multiplicó las cámaras fotográficas; ahora hay hasta
incorporado en los celulares – cuenta con algo de nostalgia. Don Carlos
también es carpintero, de hecho esa era su primera profesión. Fue socio
fundador de la Asociación de Artesanos dela Madera y Comercios de
Sangolquí.
Su primera cámara la compró con sus
primos en Ipiales, Colombia; viajaron en bicicleta – perdón, no les
comenté que también era ciclista – cuando tenía 20 años, un viaje de ida
y vuelta. Su afición creció con el uso de esta primera cámara, para
luego nomas comprarse una propia. A la que le sacaba provecho tomado
fotos a su enamorada – hoy su esposa – claro, enamorándola también.
Sus familiares le invitaban al bautizo,
al matrimonio; “pero vendrás con las cámara” le decían. En una de estas
ocasiones, conoció a Luis Baquero su maestro de fotografía. Profesor de
fotografía, contemporáneo de algunos artistas como Foto Silva. Aprendió
rápidamente, tomó varios cursos, conoció el trabajo en laboratorio; el
nostálgico “cuarto oscuro” para revelar las fotos. Ya con una cámara
semiprofesional, empezó a sacar sus primeras fotos profesionales en
blanco y negro, reveladas por él. Qué emoción!
¡A Quito a Quito, por la pista! se
mezcla con el sonido de los pitos, los vehículos, los buses que pasan
junto al Estudio Foto Canon, en Sangolquí. Don Carlos ya es identificado
durante estos 40 años como un reportero gráfico en el Valle de Los
Chillos, informador sigiloso de esos momentos inolvidables: las lágrimas
de los novios, de los padres, las sonrisas de los invitados.
Sensaciones que reviven o devuelven esos momentos, con sus fotos a los
clientes. Don Carlitos – en confianza –es también mensajero; se lo puede encontrar caminando por los pueblos entregando estas postales familiares.
– ¿Usted es el Señor Morales? le preguntó en alguna ocasión una Señora
“elegante” que llegó a su estudio. Me han recomendado que usted toma
unas buenas fotos. Me cuenta Don Carlos con un sabor a melancolía, antes
las fotografías eran apreciadas, así como el aprecio que muchos sienten
cuando le ven en las Iglesias, en las Plazas o caminando con su cámara.
Etiquetas:
Artículo,
Fabián Iza,
FOTO CANON
Ubicación:
Sangolquí, Ecuador
martes, 10 de febrero de 2015
martes, 11 de noviembre de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)